Ratisbona, Mathias Kerner, 1677.
Pequeño en-12 de 8, 336 pp. y 3 grabados fuera de texto, de los cuales 2 son a página completa y uno plegable, algunas manchas en una decena de hojas. Plena piel de marruecos negra, triple filete dorado enmarcando los platos, lomo con nervios ricamente ornamentado, cantos decorados, rueda interior, bordes dorados sobre mármol. Encuadernación de la época.
126 x 70 mm.
Primera edición ilustrada con 3 grabados de la Sátira Menipea. Muy buscada, « se considera más correcta que la de 1664 y se añade a la colección de los Elsevier »
El grabado desplegable ilustra « La procesión de la Liga ». Tchemerzine, II, 397.
Según J.P. Barbier, « la Sátira Menipea es uno de esos textos cuya calidad literaria tanto como su contenido histórico y político aseguraron a la vez un extraordinario éxito contemporáneo y el paso a la posteridad, al panteón de la literatura ».
« Desde Rabelais, el genio galo no había producido nada más ardiente », escribió el último bibliógrafo de este libro, (Yves Cazaux, Revue française d’histoire du livre, n°34, 1982, p. 3).
Charles Nodier, quien reeditó la Sátira en 1824, observó que « allí brillaban en todo su esplendor el espíritu y el carácter francés ». Pierre Champion llamaba a la obra: « Libro de gran patriotismo y sólido buen sentido, que resume nuestra historia, vista desde el ángulo de las divisiones incitadas por el extranjero con el propósito de debilitar a Francia ». Aprovechando las guerras de religión, la casa de Lorena busca apoderarse del poder, bajo el manto de la Santa Liga, unión general de católicos constituida en 1576. Enrique de Guisa levanta a París contra Enrique III (jornada de las Barricadas, mayo 1588), pero el rey lo manda asesinar y se alía con « el Bearnes », Enrique de Navarra, heredero de la corona. Los ligueros son derrotados en Senlis en 1589 pero Enrique III es asesinado a su vez por Jacques Clément. Enrique IV, príncipe protestante, debe ir a la conquista de su trono. Es apoyado por sus correligionarios y por los Políticos, partido moderado que quiere ante todo poner fin a la guerra civil.
París es entonces entregado a los « Dieciséis », que representan los dieciséis barrios de la capital y son ligueros acérrimos, que imponen el terror, bajo la protección de una guarnición española. El duque de Mayenne, hermano de Enrique de Guisa, es nombrado lugarteniente general del reino. Sin embargo, Enrique IV, vencedor en Arques y en Ivry, va a sitiar París. En la capital, el descontento es grande: los católicos moderados (los ligueros son « católicos fervorosos »), apoyados por el Parlamento, se agrupan alrededor de un antiguo preboste de los mercaderes, D’Aubray. Mayenne debe convocar a los Estados Generales (1593). Esta asamblea, encargada de nombrar a un rey, se niega a hacerlo. Pronto Enrique IV, para completar la pacificación, abjura el protestantismo, y París le abre sus puertas. En 1594 aparece la Sátira Menipea, relación burlesca de esos Estados de 1593. Es la obra colectiva de un grupo de burgueses de París, felices de saludar, en la derrota de la Liga, la victoria de la razón : los canónigos Gillot et Pierre Leroy, el poeta humanista Passerat, un erudito, Florent Chrestien, finalmente los hombres de leyes, Gilles Durant, Rapin et Pierre Pithou. Los versos que embellecen la obra se deben a Passerat et Rapin ; la Arenga de M. d’Aubray, pieza esencial, a Pierre Pithou. El título hace referencia al filósofo cínico Menipo (siglo III a.C.) y anuncia así un franco-parlar brutal y burlesco.
Se trata de ridiculizar al adversario prestándole un lenguaje cínico ou necio. Así, los campeones de la Liga pronuncian, uno tras otro, discursos que los atormentan. Este procedimiento será estimado por los ironistas del siglo XVIII, en particular por Voltaire. Las enormidades así proferidas provocan una gran carcajada, en contrapartida del buen sentido. Pero hay que variar el tono, y la Arenga de M. d’Aubray expone seriamente e incluso elocuentemente todas las razones que abogan en favor de Enrique IV y la paz. El autor conoce su retórica ; está nutrido de Cicerón y maneja con soltura el período, la apóstrofe, la exclamación y la interrogación oratoria. Su lengua está llena de vigor, tiene esa energía directa e imaginativa tan característica del siglo XVI. La obra es simpática por su patriotismo clarividente ; cautivante, a pesar de sus extensiones, por sus cualidades bien francesas ; una ironía llena de buen humor, una verve digna de Rabelais y una elocuencia cálida al servicio de la moderación y la razón.
« La Sátira Menipea es un crisol donde se funden muchas formas y tradiciones literarias. Se recuerda a la « sátira » antigua, a la cual se le presta, gracias a una falsa etimología, la libertad de estilo y palabra de los « sátiros » de la mitología. El término « menipea » también se remonta a la Antigüedad, donde se designaba con este adjetivo una obra mezclada de prosa y verso. Estos abundan en la obra de Pithou y de sus amigos : citas de poetas griegos y latinos, canciones de estilo popular que se burlan de la corpulencia de Mayenne o de la huida de las tropas católicas en la batalla de Ivry. Estos versos introducen un buen humor « bien francés » en una escena bastante sombría y recuerdan que la patria de Rabelais no está decidida a vivir en la hora de la penitencia como querrían la austeridad española o el espíritu del concilio de Trento. No faltan, por otro lado, las referencias y alusiones a Rabelais, que proporciona a la Sátira Menipea los temas y motivos carnavalescos adaptados a la circunstancia. Lo que hizo, en definitiva, el éxito de esta obra es la perfecta adaptación de la forma literaria a la ideología : Enrique IV victorioso, es el triunfo de la libertad religiosa (que asegurará el edicto de Nantes, en 1598) y de la libertad literaria ». D.M.Delicioso y notable ejemplar, con los grabados en excelente impresión conservado en su muy hermoso maroquín de época.